Comentario
Septizonium o tal vez mejor Septizodium, pues más que a siete pisos o franjas parece recibir su nombre de los siete planetas de los antiguos, que incluían al sol y la luna. En todo caso, el entusiasmo romano por las fachadas estuvo a punto de hacerlas independientes del edificio, como en el frons scaenae del teatro de Sabratha, en el ninfeo de Leptis y en un edificio de Roma destruido por el celo constructor y demoledor del pontífice Sixto V (1585-1590) de su arquitecto Domenico Fontana: el Septizonium, monumental fachada de una fuente o ninfeo levantada en honor del emperador y de los planetas.
Afortunadamente, artistas y anticuarios del Renacimiento dejaron dibujos del aspecto de aquella fantasía, que al pie del Palatino y al término de la Vía Apia, por donde entraban en la Urbe los viajeros procedentes de Africa, desplegaba ante los ojos de éstos el poder y la munificencia de su paisano el divino Septimio. El teatral escenario de zócalos, columnas y epistilios, en tres órdenes superpuestos, recubrían el paredón del fondo, sin participar en absoluto en la tectónica del mismo ni en la articulación de sus probables nichos.
Tan satisfechos quedaron los Severos de su Septizonium, que se inspiraron en él para un nuevo experimento no muy distante: el muro que cerraba por el norte la piscina (natatio) de una de las ruinas más notables de Roma.